Probablemente lo que lean a continuación sea una de las expresiones menos esperadas de alguien como yo, es una expresión clara de mi juventud y de la cantidad de cosas que me faltan por vivir y me siento cómoda con eso, como dice un amigo, el propio Teen Drama pero hoy siento necesaria la explosión de sentimientos que tengo.
Hoy.
28 de octubre de 2016
Se cumple un año de el cambio más drástico que dio mi vida, hace un año me aceptaron en la universidad que representa la ventana fuera del panorama nacional asfixiante que no pudiesen imaginar a menos que vivieran en Venezuela.
Hace un año me enteré que tenía que empacar un pedazo de mi vida y mover mis sueños de locación para trabajar por lo que creo correcto. Hace un año brincamos de felicidad mi papá y yo en una minúscula habitación de hotel en el centro y llamamos a medio mundo porque me habían aceptado en el Externado, que orgullo para la familia!
Quizá en ese momento no me di cuenta de cuanto dudaba sobre mi misma, de cuanto creí imposible quedar en la universidad que quería, de cuanto menospreciaba mis habilidades y fortalezas. Sobretodo, cuanto necesitaba encontrarme a mí misma para poder mostrarme ante otra sociedad, 18 años en una sociedad y en un ambiente donde no necesitaba una identidad porque siempre había sido y siempre sería, 18 años sin construir más que un carácter y una personalidad, pero en perfil, en abstracto no era, y no soy, mentiría si dijera que en un año lo logré.
Pero relatando que ha cambiado en este año, mi residencia 3 veces, mi compañía innumerables veces pero manteniendo ciertas fidelidades que son inconmensurables, tengo 2 cachorros, y sobretodo esa concepción de mi.... El desapego es algo muy difícil para alguien que ha estado estático toda su vida, Caracas era el techo que yo misma me había puesto y me apegué a esa imagen que tenía de mi, que otros habían construido de lo que yo era, el problema con don apego, es que cuando forzosamente toca alejarse, el vacío se vuelve casi agujero negro. La cuestión a la que voy con eso es que cuando llegué aquí a Bogotá y me di cuenta de que no soy ni la sombra de lo que creía que era, eso comenzó a apoderarse de cada esquina de mi vida, y les comento algo a quienes hallan llegado a este punto de seguir leyendo mi carreta, la incertidumbre nunca ha sido mi fuerte, el no saber que hacer, me enferma casi físicamente.
Entonces me encontraba en ese punto de mirar a los lados sin saber qué, cómo, ni dónde. me encontré con ideas de lo que quería ser y de lo que había sido, pero llegó el espacio donde me encontré con lo que soy en este momento y debo decir que fue aterrador, lo sigue siendo cada día, aterrador encontrarme con ese Ego sum.
Darme cuenta que personas que admiraba y cuya concepción de mi afecta profundamente mi estado emocional, piensen en mí como una "tonta útil" o como una niñata que si soy (ojo eso no significa que sea ingenua o que ser niña sea malo) dieron luz en ciertos aspectos que no me habían quedado tan claros y ahora se. Ahora sé que no quiero apuntar a eso y no quiero ir bajo la misma senda que transitaron ellos, sin importar cuánto éxito les haya traído, no quiero ese tipo de línea para mi vida, eso no me va a hacer feliz y hablando de felicidad y emociones debo decir que si esa felicidad tan añorada es ser como ellos, no quiero ser plenamente feliz, esto suena a berrinche y probablemente lo sea, pero no quiero ser la que lastime y corte las alas de alguien más que esté ansioso por desplegar su vuelo.
Hoy puedo decir que la felicidad no es mi isla, y eso está bien, no necesito demostrarle a nadie que soy feliz si no lo soy, no necesito estar feliz para crecer, y eso también está bien, está bien sentirse profundamente triste mientras no lo conviertas en tu bandera y no dependas de ella.
Mi tarjeta de presentación hoy se basa en mi cabello borgoña, mis dos cachorros, mi profundo amor por lo que nos hace humanos y la tristeza que me mueve a hacer algo más, aún no se qué, pero algo más.
Si me preguntas sobre la situación en Venezuela probablemente salgas un poco regañado, y no es mi intención en lo más mínimo, pero ni yo, ni el resto de los venezolanos entendemos qué carajos pasa ni pasará, eso hace parte de mi tristeza y creo que es de las cosas que más me mueve.
Así que en líneas generales de la cantidad de disparates de los que he hablado hoy debo llegar a la conclusión de que mi alma inquieta lastima en este momento la coraza de piel que la contiene, que siento más de lo que quería admitirme y eso es parte de la construcción de mi misma que estoy llevando a cabo pasito a pasito, pero como me dijo una gran amiga, debo hacerme amiga, consolarla y que haga las paces con el yo que soy en este momento.
En cuanto a Bogotá, gracias por ser una vasija de situaciones en las que he podido crear un cosmos propio, y que con todo tu ruido he conseguido mi silencio.
Estar triste no significa estar llorando, conoce tu tristeza, acéptala y vívela porque ella representa una parte esencial de quien eres y cómo llegas a las cosas, así que no esperes verme llorando porque esa no siempre es mi tristeza.
Estoy profundamente triste y eso no tiene porqué ser trágico, no sientan lástima por algo tan hermoso como la tristeza.
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