Otro adiós, otro vuelo, otras lagrimas, entre todo el revuelo parece un deja vú, pero lo que se repite más estridentemente en mi son los sentimientos, indignación, tristeza, nostalgia.Después de mes y medio con mi familia vuelvo a mi hogar sustituto (debo de dejar de llamarlo así si me quiero sentir en casa) vuelvo a esta nueva realidad, sentada en una sala de espera con un ventilador que no se da a basto, abarrotada en un aeropuerto a desbordar de gente huyendo (así fuesen vacaciones) de un barco que se hunde, gente huyendo de la burbuja de smog y malos ratos en la que viven, huyendo de su casa.Es como ver a gente corriendo de un edificio en llamas, sabiendo que su vida está en esa estructura que arde (y que seguirá ardiendo) viendo como su vida se vuelve humo. Es lo mismo que pasa con los venezolanos en el aeropuerto, a donde voltees hay comentarios fe todo tipo, la gente haciendo colas en las puertas de embarque aunque no las hayan llamado e inclusive sin que haya llegado el avión. Despavoridos, es la palabra que flota en el aire por encima de la muchedumbre en el aeropuerto.
Gente, maletas, niños, lagrimas, bendecidas y afortunadas, enchufados y de la nada, entre todo, una pantalla con una palabra en el medio «Patria» en un televisor LG grandote en cada puerta de embarque, «Patria» retumba en el pópulo «Patria», una palabra que nos pone, como venezolanos, los pelos de punta.
«Patria» siempre me he preguntado como una palabra puede cargarse de tantas cosas positivas y negativas en tan poco tiempo, «Patria» y ese nudo en la garganta del colectivo que no permite gritar, nos pone al borde de las lagrimas. «Patria» Siento la tinta en mi espalda más profunda que nunca, Venezuela te amo pero como me dueles.Vi a muchos conocidos, me hacía falta mi gente, mis locos, mis hermanos, mi familia en general, solo ellos me dan la fuerza para seguir adelante, solo ellos me llenan como persona y ellos son quienes me hacen volver a donde pertenezco.
A mis mejores amigos (Rubén, Fabián, Daniela y Mafe) gracias por demostrarme que la distancia es un concepto abstracto que solo se demuestra fisicamente cuando nos volvemos a abrazar. A los que no vi se los debo, les debo un abrazo y una cerveza.
Un mes y un par de semanas me bastó para darme cuenta que Caracas no es, ni volverá a ser la misma «Patria» después de lo que ha vivido, es como un veterano de Guerra, con todos sus síntomas: Paranoia, insomnio, violento, triste, pero sobre todas las cosas, quebrado.
Secuestros, robos, bachaqueo, impunidad, motos, básicamente el día a día, la vida sigue en ese espiral de destrucción cuyo eje es Caracas y su gente «Patria», no solo porque sea la capital, sino porque los culpables de dicha desgracia andan por las calles de Caracas como pedro por su casa.
Y Colombia a pesar de que no es tierra santa tampoco, dio una muestra de fraternidad abriendo sus mercados para que sus hermanos desagradecidos «Patria» pudieran buscar con que alimentar a sus respectivas casas, cualquier lugar es mejor que Caracas.Criadero de violencia, de podredumbre y de corrupción «Patria», volví por ti Caracas, mi casa.
Y mientras en mi ipod suena "La casa" de Caramelos de Cianuro volviendo la situación un poco más patética y novelera, abordo el avión de nuevo. La extrañaba, eso es indudable, pero todavía la extraño, esta no es la Caracas que me vio crecer. Esta no es la Venezuela que conozco.
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